Para empezar, sírvase mirar a su derecha...
le escribe la co-fundadora.
A medida que envejeces, vas adquiriendo esa maravillosa capacidad de pagar por aquello que antes debías poner con esfuerzo y sacrificio dentro de tu boca. Convengamos, en que en esta ocasión, solo me estoy refiriendo a la comida.
Como hacerlo solo no resulta tan gracioso, una te busca compartir el maravillo ceremonial del rellene con alguien a quien dedicarle esos flatos soslayados y los increíbles ronroneos que sobrevienen a un cremoso plato de granados. En tiempos donde las ceremonias se pierden nosotros, eternos rebeldes, instauramos una.
Junto con mi mejor amigo de los tiempos más antiguos, y por ello también sabrosos y oscuros, nos decidimos a probar cada miércoles, un plato nuevo de la carta de algún lugar en Talca.
Lo anterior, un poco aburridos de vernos tan poco por la falta de tiempo y también del descrédito que existe en una ciudad tan aspiracional como la que nos bendice con su hospitalidad. A la luz de las conversaciones coincidimos en que más de alguna vez oímos a alguien decir que en Talca no se podía comer bien y por pocas lucas, y que, almorzar fuera en la oficina sin gastar mucho, era un desafío. Cuales salmones, recogimos el guante y nos dispusimos a ir río arriba.
Lo que haremos en este blog es dejar testimonio de aquello.
No somos críticos, no somos escritores...sólo nos gusta comer.
Bon appetit!
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